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Manuel Monedero expone en Madrid

Madrid, (De nuestro corresponsal, por télex.)<Soy autodidacta por imperativo. Por necesidades de trabajo… Por subsistir. Cuando terminé el bachiller, empecé a interesarme por la pintura. No tuve ocasión de ir a la Escuela de Bellas Artes. Alternaba mi trabajo para ir viviendo, con la gran afición que sentía si, como aficionado, de vista, de oído, porque lo sentía muy dentro de mí. Decididamente, entonces, era un aficionado. Posteriormente cuando, irresistiblemente la pintura llego a dominarme, recuerdo que pedí la excedencia… De todo, menos de la pintura. Me dedique a copiar. Hacia copias, si. Luego, cabezas… Mas tarde retratos…> Ahora…

Ahora, Manuel Monedero, sevillano, nacido en la Alameda de Hércules, hace cuarenta y nueve  años, ha expuesto por segunda vez en Madrid, en la Galería Héller, Claudio Coello, 13. Una treintena de cuadros son los que presenta. Cinco dibujos  y veintiocho óleos. Muy celebrados, y por supuesto, discutidos, buena señal, por el numerosísimo público que asistió a la apertura.

Pero este sevillano, agresivo en sus pinturas, parco y tímido en sus palabras lleva en sus alforjas artísticas trece exposiciones en los Estados Unidos. Cuatro en Washington; tres en Nueva York; dos en Houston, Texas; por una vez en Princeton New Jersey; Filadelfia, en Pensilvania; San José de California, y en Montreal, Canadá; y en Sevilla.

En realidad, la de Sevilla no fue una exposición desde el punto de vista de venta y artístico… Unos amigos inauguraron una galería, allá por el mes de Octubre de 1965, y yo estaba preparando una exposición para Nueva York, Me pidieron unos cuadros…  y los mande, Pero sin vender.

¿Y por que esa debilidad por los Estados Unidos? ¿No es usted profeta en su tierra?

No por favor. Ni debilidad, ni ninguna causa especial. Ni que no sea profeta en mi tierra, Nada tengo contra ella, al contrario, quiero y amo incondicionalmente a mi Sevilla.

Este <self-mademan>, andaluz lo explica así de sencillo. Se ha remangado su jersey gris jaspeado, con camisa blanca, sin corbata, ha escuchado el murmullo de la gente que va llenando los salones de su exposición y con timidez casi se disculpa.

Nada de eso que usted insinúa, Una amiga mía, a la que le hice un retrato, se caso con un americano. Se marcharon a Estados Unidos. Se llevó el cuadro como regalo de bodas. Al verlo allí en una galería, gusto mucho, causo impresión. Y lo vendieron. Para ayudarme, por supuesto. Entonces yo estaba en una situación económica muy mala.

Ahora, según nos confiesa, no se puede quejar, Vives exclusivamente de su trabajo artístico, la pintura. Sus cuadros. Su <hobby>, su vida. Lleva casado veinte años y tiene un hijo de dieciséis, al cual los pinceles  parecen no decirle nada, aunque admire el trabajo de su progenitor. E insiste…

El haber expuesto y vendido siempre en Estados Unidos, obedece a esa circunstancia que le he apuntado. Aquí en España, por aquel entonces, vivía pobremente, miserablemente. No se cotizaban mis trabajos, mis obras. Comenzaron a valorarse allá, en Estados Unidos. Y, claro, mi nombre, el mercado, en fin, existía una gran diferencia. Por eso, ya le digo.

Sus cuadros, al menos los expuestos en esta ocasión en Madrid, son de un vigor muy acusado. Fuertes de colores; de temas; no muy corrientes, extraños…

¿Extraños dice usted? Si extraños. Cuando se me ocurre una idea la reproduzco fielmente, sin tomar mucho en cuenta si va a ser decorativo o no. Si a gustar por su color, o por su composición. O por su tema. No se. Si, quizás extraños. Los veo así. Y los hago. No sé. Tuve una época con una gran depresión psíquica, ¿Se dice así?, en Nueva York. Pintaba con arreglo a mi estado anímico ¿se dice así? Y pintaba y pintaba. Y mis cuadros gustaban, se vendían. Un compañero de usted el corresponsal de ABC  en Nueva York, José María Massip, buen amigo y gran consejero que fue, me instaba a que me preocupara mas de la pintura en realidad, del dibujo, que dejara el momento actual de aquellos días. Si, si, los temas aquellos me acogotaban. Pero, me dieron nombre, y valor para seguir, y estar ahí ahora; y seguir, siempre seguir.

A Manuel Monedero le sigue preocupando el arte. La pintura. Su pintura. Se define, y hartamente, de forma muy expresiva, con su pinceles. Pero titubea en sus palabras.

Actualmente no sabría explicarle muy bien como pinto. Generalmente los pintores, en cuanto se refiere a su forma de expresarse no saben cualificarse acertadamente. Yo tampoco. Yo lo que hago es de pintor. Y los críticos es activen sobre ello. La mayoría de las veces se explican en los periódicos con más claridad que nosotros… ¿usted no es crítico de arte?’ Es igual. No tengo ninguna forma fija de pintar, ni plan determinado. Cuando alguna forma plástica me seduce y me interesa trato de identificarla y llevarla al lienzo, siempre dentro de una idea fija, y le digo, tanto de modelo como de tema. Además, que no, quiero no puedo definirme. Hay tantos ismos, modismos y definiciones, que  la cosa está muy complicada. ¿Qué impresionista? Bueno. ¿Qué expresionista?, vale... No sé autodefinirme, aunque creo que soy más realista que otra cosa…

Lo cierto es que el pintor sevillano Manuel Monedero, desde su primera exposición en diciembre de 1961, en la Dickon Gallery, de Washington, ha recorrido un itinerario difícil, pero brillante, espinos, pero florido, tras muchos años de brega con los pinceles, el hambre, y el nombre ya casi consagrado de quien todo puso por merecerlo. Un <self-mademan> sevillano, más.

José Duran Suarez

 

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-La de Monedero es una colección vivaz, acre y de un elegante realismo, muy dentro de la tradición española. En el conjunto de su obra hay, indudablemente, muchas raíces de la gran pintura del país, tamizadas por la personalísima interpretación de un artista muy personal y por un asombroso dominio del color, la composición y el movimiento. En una palabra, una exposición brillante que no ha caído en el vacío en este mundo artístico, sofisticado y difícil del Washington “Nouveau Regime”.

...Pocos pintores extranjeros entre los que exponen constantemente en esta capital han interesado tanto como Monedero, cuya obra tiene una ágil personalidad de colorido y ejecución, subrayada por un fino sentido del humor y, al mismo tiempo, una penetrante calidad dramática.

 

JOSÉ MARÍA MASSIP

Diario ABC Noviembre 1974

 

 

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         MONEDERO EN LA GALERIA HELLER

 

 

-De estreno en Madrid puede considerarse la exposición que el pintor sevillano Manuel Monedero presenta en la galería Heller, ya que la obra realizada en los trece últimos años ha estado centrada en las salas de arte de Washington, Princeton, Filadelfia, Nueva York, San José de California, Houston y Montreal. Monedero, artista triunfador en América, llega ahora a nosotros con una muestra de su estilo más característico, que amalgama el expresionismo y el psicoanálisis. Sin embargo no puede hablarse de surrealismo a la vista de estos cuadros tan concretos, tan realistas, tan próximos a la tradición española. Es quizás, un psicoanálisis de los símbolos elementales del pueblo: Las máscaras, los disfraces de un carnaval pagano, vivo siempre en lo más profundo del hombre. Hace ocho años, un crítico norteamericano escribía”: Monedero es un artista que combina elementos de las pesadillas del siglo  veinte con el vocabulario artístico del siglo XVII.” Definición sintética y acertada, que puede aplicarse a todo su mundo plástico, desde  los niños, los toreros y  los mendigos, a los desnudos, los peregrinos y los “tontos” pasando por esas apoteosis de “destrozonas” y papel de periódico arrugado. Pero no todo es agrio en la pintura de Monedero: hay figuras serenas y sabias, que esperan la muerte como y una continuidad y no de un solo mundo, sino de “los varios mundos de Monedero, un artista que ama, que odia y que entiende a su hermano el hombre”. Pintura humanizada, más cerca, en cuanto a técnica, de la época clásica, pero que en su temática sabe plasmar problemas, situaciones y pasiones de hoy y de siempre.

 

ABC  de MADRID, NOVIEMBRE 1974

 

T. NARANJO

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