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    Revista PANORAMA
  La pintura española fuera de España
  Por Luis Gil Fillol
  Interesa más, en estos momentos del Arte internacional, los triunfos españoles en el extranjero que en el propio país. He comentado y lamentado cómo se están perdiendo las tradiciones, escuelas y personalidades en ese afán de universalizar el Arte, singularmente la pintura, con el que desaparece la “pura raza” y todo se hace igual en todas partes. La reciente exhibición de pintura conjunta norteamericana, hispanoamericana y española, en el Retiro nos dio la medida del peligro. Pues bien; cuando en medio de esa confusión triunfa en el extranjero un pintor español de la alta calidad nacional de Manuel Monedero, hay que celebrarlo como caso extra temporáneo y sorprendente. Manuel Monedero, pintor sevillano de profundas raíces nacionales –y apurando la personalidad podríamos decir andaluzas-, reside más tiempo en América que aquí. No se le conoce más allí que aquí. Pero seguramente su obra está más difundida el las Galerías y mansiones norteamericanas que en las Salas y hogares españoles. Sobre todo, Washington, Nueva Yérsey, Nueva York están familiarizadas con la pintura de Manuel Monedero. Añadamos para justificar el éxito, que Manuel Monedero es mejor pintor que muchos de los que se tienen en la joven pintura norteamericana por superiores, y, además, que es retratista. Esta es la clave del arco.En esa pintura, digamos juvenil para no darle el nombre impropio de moderna, que se practica con preferencia en los países faltos de antecedentes artísticos; sin tener, por consiguiente, nada que respetar, conservar o admirar; en esa pintura, repito, cabe cualquier extravagancia, que tendría difícil aceptación en el retrato. El retrato a de ser “retrato” por encima de tendencias, escuelas y principios artísticos. Cuando el modelo es uno mismo quiere verse como es, y, algunas veces como quisiera ser. Cualquier persona vanidosa admitirá un grado más de esbeltez, unos milímetros más de ojos o unos gramos menos de peso. Pero no intenten ustedes convencerla de que la nariz la tiene en la espalda. Monedero, sobre pintar bien, con buen concepto, con buena escuela y con buenos principios, tanto en el sentido filosófico como cronológicamente –porque empezó por donde todos los artistas deben empezar: aprendiendo, estudiando y adaptando la vocación a la enseñanza del oficio-, es retratista serio. Hablar de seriedad artística en estos tiempos resulta, tal vez, un tanto raro. Pero en el retrato no hay más remedio que sentirse, como pintor y como modelo, serio, correcto, fino, bien educado y todo lo demás que comprendemos bajo la denominación de “elegante”. Hago la salvedad de que para mí elegante no es solo el buen porte, sino también la sencillez, aire, gracia y gusto de la persona. La totalidad de los pintores sevillanos lo son por temperamento. La escuela sevillana, siquiera su esencia se vaya evaporando, fue siempre fácil y sencilla, condiciones acordes con la acepción de elegancia, idea que en lo popular cobra esa característica andaluza de donaire y espontaneidad, y en lo selecto se convierte en distinción. Manuel Monedero es, como retratista, pintor elegante; cosa que dista mucho de pintar “elegancias”. Es naturalmente, elegante; no construye a capricho, como podría hacer un modista o un peluquero, tipos elegantes. Lo es él, espiritualmente, como consecuencia, su obra. Así se explica que al llegar a Washington habiendo dejado en su Sevilla nativa gran número de cuadros magníficos, se le ha acogido con delirante fervor. Monedero es “alguien” en la capital de Estados Unidos. No hay fiesta artística a la que no se le invite ni subasta de cuadros donde los suyo no se coticen a gran precio ni familia ilustre que no posea una obra del español Monedero. Nos satisface el triunfo de cualquier artista de aquí en el extranjero; pero el de pintores como Manuel Monedero nos enorgullece, porque representa, no solo un triunfo personal, sino el de nuestra pintura fuera de España. Monedero en América es lección española; es la voz de nuestro Arte dejándonos oír entre el barullo de gritos inexpresivos; es la mejor embajada de nuestra cultura artística de siglos; es, sobre todo, la demostración plástica de que la buena calidad sobresale entre modas y propagandas. José María Massip, el brillante corresponsal de ABC en Norteamérica, recordaba la Exposición de Monedero en la Galería Dickson de Washington, una de las más prestigiosas de aquella capital. Fue una consoladora manifestación de simpatía frente a esas corrientes indiferencias de tipo político con que se nos acoge en no pocas naciones. Entonces no es como se “dice” sino como “se ve”. Massip contaba como la distinguida familia Berstein se había hecho retratar entera en lienzos de grandes dimensiones por Manuel Monedero, y como la ilustre escritora y periodista Margaret Higgins figuraba con sus dos hijos en otro gran cuadro de Manuel Monedero. Hay que desengañarse: en Arte, la seriedad y la calidad son valores… Son valores, sea cual sea el sentido de la obra. Lo más curioso del caso artístico que estoy comentando es que la seriedad profesional de Manuel Monedero se refleja, además de en los retratos, en su extenso repertorio humorístico. ¿Se puede ser humorista y hombre de imaginación y fantasía y a la vez pintar con rigurosa seriedad? ¿No lo fueron el flamenco Jerónimo Van Aken y el inglés Hogarth?... El humor, aunque a veces parezca intrascendente, lleva siempre una intención dramática. Es el alivio que pintores como El Bosco y Hogarth procuraban a la aspereza de los temas y el que, en más baja escala, busca el caricaturista social. La seriedad existe en esos cuadros de imaginación, o más bien de inspiración surrealista, que Manuel Monedero cultiva con delectación. Existe, incluso en sus tiernas composiciones infantiles, otro de los asuntos predilectos del pintor. Y es que el humor, la ternura, la fantasía, el clasicismo y el modernismo son compatibles con la seriedad pictórica, que es, en definitiva, a la que nos referimos cuanto calificamos a Monedero de “pintor serio”. Serio es todo aquel que respeta su propia condición artística. Y serios son todos los pintores a los cuales la crítica solo puede tratar en serio; como ha hecho la norteamericana con el sevillano Manuel Monedero. Y eso que lo de pintor sevillano debía sonar en los oídos estadounidenses, habituados al rumor turístico, con repique de taconeo y castañuelas. Muchos son los pintores que pasean nuestro Arte por el mundo; que españolean como diría García Sanchíz. Cuando se pasa la frontera con precauciones y preocupaciones no es fácil dejarse en la Aduana el sombrero ancho, el calañés o el tricornio de la Guardia Civil. Los que van a congraciarse más que a enseñar lo nuestro piensan, como se pensaba aquí de los ingleses con salacot y faldilla escocesa, que el folklore convencional es la tradición y el clasicismo. Por eso me ha gustado traer a estas páginas a Manuel Monedero, un pintor español al que no asustan las modernidades, por audaces que sean; pero tampoco se entrega a las apasionadas veleidades de la época ni somete su Arte puro limpio al patrón de las conveniencias pasajeras; retratista de alta escuela y de alta sociedad, sin serviles adulaciones que rebajan la propia estimación. Pintor clásico, en la más noble acepción del vocablo; humorístico en los temas de invención, sin desprenderse de su nativa elegancia espiritual, que le obliga, por naturaleza, a los buenos modales; delicados sin debilidades románticas en las composiciones infantiles; pintor, en fin, de raza, de los que primeros sintieron la vocación, aprendieron a pintar como Dios manda. Así y solo así, con ese equipo de virtudes se puede salir de España a mostrar la pintura española.
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    ABC Sevilla 17-Nov-1967                                                            
Manuel Monedero, en Nueva York
Manuel Monedero, el afamado pintor sevillano ha vuelto a cruzar el Atlántico para exponer en Nueva York, esta vez en la Lesnick Gallery.
  Manuel Monedero, como se sabe, goza de un insólito prestigio en los medios artísticos norteamericanos, especialmente en los de Washington y Nueva York, en cuyas galerías ha expuesto en diversas ocasiones, como ha señalado en varias de sus crónicas nuestro corresponsal José María  Massip. También ha expuesto en Princeton, Filadelfia, San José de California y Montreal.
En esta ocasión Monedero ha llevado a Nueva York otra colección de obras, creadas en su estudio sevillano. La muestra neoyorquina se inauguró con un brillante acto social, al que asistieron destacadas personalidades, y recibe en estos días el elogio de la crítica y del público.
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